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Esta semana, con mi compañera y colega Érika de La Levadura estuvimos dictando un taller que venimos desarrollando hace rato: Diarios Creativos para niñxs.
Fue la primera experiencia fuera de nuestro grupo piloto - 10 niñas entre 7 y 14 años residentes en Palomino, en La Guajira colombiana - y lo trasladamos a un grupo similar, aunque un poco más mixto, en uno de nuestros pueblos vecinos.
Aunque unx pensaría que lxs niñxs tienen creatividad ilimitada, nunca me deja de sorprender lo rápido que esta puede ser coartada, así que darles un espacio para expresarse y dejarse fluir, en especial en contextos rurales donde se ven forzados a crecer tan rápido, ha sido muy poderoso.
Si quieres saber más sobre estos talleres, o quisieras llevarlo a un grupo de niñxs en tu comunidad, mándame un correo.
De ello, quiero traerles un ejercicio que me parece muy lindo: La Máquina del Tiempo.
¿De qué maneras piensas que se puede viajar en el tiempo?
Cada vez que planteamos este juego partimos por esa pregunta. Aquí algunas respuestas que me gustaron de esta última ocasión:
La música
Las fotos
Los videos
Recordando
- Déjame la tuya en los comentarios -
Una vez que has pensado la respuesta, te invito a imaginar qué incluirías en una máquina del tiempo dirigida a personas que la abrirán dentro de 100 años.
A menudo, pensamos que el ejercicio de crear debe de producir algo extraordinario, pero en realidad, lo extraordinario surge de lo más ordinario que existe.
“No hay nada más valioso que pararte en tu perspectiva de la realidad, en esa ventanita única que cada uno de nosotros tiene, y contarnos tu historia con todo detalle, esa historia que solo vos podés contar (...) ¿A todo el mundo le va a interesar? No. Pero no existe nada que le interese a todos. Acordate de la regla de los tercios: a un tercio de la gente le va a gustar, al otro tercio no le va a gustar y al otro tercio ni le va a importar.” - Aniko Villalba
Por estos días, con la mayor parte de mi tiempo y energía enfocada a sacar un libro de viajes, regreso constantemente a esa verdad.
Viajar, aunque desde afuera tenga algo de extraordinario, también tiene mucho de rutinas y lugares comunes.
Si bien muchxs viajamos en búsqueda de lo impresionante, la verdad es que aquello solo nos impresiona porque no forma parte de nuestro cotidiano.
Cuando viajo, soy una extraña en este nuevo lugar por lo que todo, hasta lo más mundano de su rutina, me parece nuevo, asombroso o insólito. Pero ¿Pensarán lo mismo de su cotidianidad lxs locales?.
Obviamente no, de hecho, en ese contexto soy yo la extraña para ellxs.
¿Qué iría, entonces, en tu máquina del tiempo?
¿Qué le contarías a alguien del futuro acerca de tu vida hoy día?
En el caso de lxs niñxs muchos de ellxs decidieron anotar consejos: “Cuida la naturaleza”, “sé bueno con tu familia”, “juega con tus amigos”.
Otrxs, dibujaron los paisajes con los que se encuentran día a día, un río que desemboca en el mar, la tienda de la vecina y las casas de sus familias. Varixs se presentaron: “Hola, me llamo xxx, tengo x años y vivo en Buritaca”, ilustrando sus mascotas, su música o comidas favoritas.
Dirás ¿Y esto qué tiene que ver con la creatividad? Pues que la creatividad se trata mucho más de hábitos, rutinas y ocurrencias cotidianas que de ideas increíbles que llegan una vez en la vida.
“La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando” -. Pablo Picasso.
El proceso creativo requiere de un montón de pasos que nada tienen de fantásticos.
Escribir un texto, por ejemplo, implica pensar, leer, anotar ideas y un esquema. Escribir un borrador, leerlo de nuevo, borrar, agregar, copiar aquí, pegar allá.
Levantarte por otro café, distraerte con el celular, acordarte de volver al texto, darle otra leída, dudar de lo que has escrito, editar, editar, editar y quizás, al final de todo eso, llegar a algo que valga la pena leer.
Así mismo es nuestro día a día.
Estudiar la historia de un país o una sociedad revisando sus fechas patrias es una mamera digna de profesor de colegio.
En cambio, cuando te encuentras con un retrato, un texto o cualquier recuento de lo que era el día a día de las personas comunes a través del tiempo transcurrido en ese mismo lugar, ahí sí que te haces una real semblanza de la historia de esa sociedad.
Lo que comían, los utensilios que usaban, el contenido que consumían, las cartas que se escribían y el trabajo que hacían. Cómo criaban a sus niñxs o experimentaban su día a día. Todo ello nos ayuda a formar un relato que sí se ve como asomo a la historia y tiene mucha más relevancia que la fecha en la que unxs cuantxs hayan firmado un acta de independencia.
Crea esa máquina del tiempo para tu yo futuro.
Cuéntale cómo va tu rutina cotidiana hoy día, agrega algunas fotos de los espacios y personas que frecuentas, no sin incluir algunas anotaciones a pie de foto.
¿Qué canciones tienes súper pegadas?
¿En qué proyecto estás trabajando?
¿Con qué sueñas (tanto literal, como figurativamente)?
¿Qué planes o preocupaciones tienes?
¿Qué te causa felicidad y tristeza hoy día?
¿Qué te emociona y qué te deprime?
Inspírate con cualquiera de esos disparadores y envía tu carta a través de esta web.
Verás que al final del recuadro donde llenas la carta te dice “Deliver in/Entregar en”. Elige la cantidad de tiempo que prefieras, aunque yo que tú escogería al menos unos 5 años en adelante.
Después de un par de días implementando las sesiones de Diarios Creativos esta semana, me di cuenta que algo que repetía a menudo como consejo, debía en realidad tratarse de una regla:
Ni lo feo, ni lo malo existen.
¿Me entendiste?
Aplícala de hoy en adelante a cada paso de tu proceso creativo.
Repitamos juntos (pues yo también necesito recordármelo”:
NI LO FEO, NI LO MALO EXISTEN.
Cada pequeño fruto de nuestra creatividad podrá no ser perfecto, pero ciertamente no es ni feo ni malo.
Todo, y me refiero en serio a absolutamente todo, merece la oportunidad de ser explorado, trabajado y mejorado.
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