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Para comenzar esta carta te tengo un ritual sugerido: Cierra los ojos, respira profundo y escucha. ¿Dónde estás ahora y cómo suena ese lugar?.
Mantén esa escucha abierta y sin juicios por al menos dos minutos - el tiempo que te tardas en cepillarte los dientes -, cuando te sientas listx y de vuelta al presente, inspira, expira y sigue leyendo.
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Feliz año nuevo,
decimos todxs hoy y por los próximos días a medida que nos vayamos encontrando con diversas personas.
Como lo hemos hecho toda la vida.
En el fondo, me gustan estas fechas porque aunque lo hagamos sin pensarlo, de alguna u otra manera nos mandamos buena energía para este ciclo que comienza.
Espero que este año alcances, o al menos te encamines, hacia tus metas creativas.
***
¿Cuántos años tenías cuando te enteraste que la razón por la que celebramos el inicio del año un día llamado 1ero de enero es porque, hace 2023 años, dicen las escrituras católicas que Jesucristo fue circuncidado?.
Yo tenía 33 y medio años, me enteré apenas hace unos días y me dejó tan pa’tras como solo saben hacerlo esas cosas que, al descubrirlas, se sienten tan obvias, pero a la vez tan ciertas, que no sabes ni cómo tomarlas.
Que bonito, sin embargo, vivir 2023 años en un presente donde tenemos acceso a tanta información, que cuestionarlo todo es prácticamente una obligación.
¿Qué onda, entonces, el calendario?
Lo llamamos calendario porque así llamaban al primer día de cada mes en el calendario de Roma. calare, de “llamar”, se refiere a la “llamada” de la luna nueva cuando se asoma por primera vez.
El calendario de los romanos, para cuando nació Jesús, era un calendario lunar de diez meses de duración.
Al estar este astro tan cerca a la Tierra, conectado además con los ciclos fértiles de las mujeres - el ciclo menstrual dura 28 días, igual que el de la Luna, y una embarazada da a luz a tras 10 ciclos lunares - fueron muchas las culturas a través de la humanidad que lo utilizaron para medir el tiempo.
Que hayamos resultado usando el calendario gregoriano, instaurado por un Papa Gregorio hace 500 y tantos años, fue por más casualidad histórica que designio divino.
Si los romanos se hubiesen quedado politeístas en vez de asumir el cristianismo como religión oficial, quién sabe de qué manera estaríamos hoy midiendo el tiempo.
El tiempo es algo que, literalmente, lxs humanxs nos inventamos. Aunque este sea una dimensión más de un Universo que fluye desde el Big Bang, fuimos nosotrxs los que colectivamente decidimos que esto pasó hace 13.800 millones de años.
Si nuestros años duran 12 meses y no 10 es porque como sociedad nos pusimos de acuerdo - o nos impusieron - en que así sería.
El calendario maya ligaba los movimientos de la Tierra respecto al sol con sus creencias divinas, resultando en que los 365 días astronómicos, se superponían con los 260 días de su año sagrado formando ciclos, que se repetían cada 52 años.
El calendario budista inicia el año del nacimiento de Buda y, según el hinduista estamos en el año 1944.
Tiene sentido dividir y ordenar el tiempo pues es imprescindible para organizar nuestras tareas diarias, llevar cuenta de nuestra historia y preveer, en vez de adivinar, ciertos fenómenos naturales que nos afectan directamente, como la llegada de la noche después del día o los solsticios y estaciones.
Lo que no podemos negar, sin embargo, es cuan subjetivo es que hoy sea lunes 2 de enero de 2023, que lo primero que digamos al saludar sea ¡Feliz año! y que el mood general sea tan extremo como para que algunxs queramos empezar el año con toda y otrxs estén aún asimilando el paso del tiempo a través de sus vidas.
Siendo así entonces ¿Por qué no ponernos creativxs?
¿Qué tal si este año jugamos a construir nuestro propio calendario?
Uno que se ajuste a nuestros tiempos personales y que, a la vez, tenga en cuenta nuestras propias filosofías.
Claro que va a estar complicado decirle a tu mamá que en realidad ese no es el día de su cumpleaños, o a tu jefa que no vas a llegar a la reunión porque justo cae en tu fin de semana inventado. No me refiero a eso.
Hablo de tomar en cuenta nuestros propios ciclos y momentos - y por qué no, también los del planeta - al momento de organizar y planificar aquello sobre lo cual sí tenemos control total.
Haz el ritual que te sugerí al principio antes de tomarte el tiempo de pensar en cuánto de tu tiempo realmente puedes controlar.
¿Cómo agendas tus fines de semana o momentos fuera del trabajo? Te aseguro que eso que piensas que son obligaciones, en verdad no lo son tanto y bien pueden ser acomodadas para aprovechar tu mejor ánimo para cumplir con sus tareas.
Reinventar tu calendario requerirá:
Autoconocimiento, pues todos somos, de alguna manera u otra, cíclicos. El autoconocimiento y la observación de uno mismo - a través de un diario, sin más ni menos - nos permite llegar a reconocer esos factores comunes que hacen que un día tengas muchas ganas de salir a bailar y socializar, mientras que otros no quieras ni asomarte por la ventana.
Empoderamiento, para decir que no a aquello que sabes que realmente no es ni una obligación, ni mucho menos un compromiso con el que quieras cumplir.
Autocompasión, para entender y permitirte tus propios plazos.
Determinación y disciplina, para cumplir con las fechas importantes que tú mismx has determinado para ti y tus proyectos personales.
Curiosidad, para explorar, reinventar y descubrir más acerca de las múltiples maneras en las que podemos usar el tiempo a nuestro favor.
¿Te animas a hacer el experimento?
Cuéntame en los comentarios si este es un tema que te gustaría explorar más. Personalmente, he estado muy metida últimamente en el rollo de la organización como timón para guiar mi naturaleza dispersa y esto de los calendarios me ha fascinado.
Con ganas de experimentar con este manejo del tiempo, me encuentro planificando el año que comienza en base a mis proyectos creativos, que a la vez son tan personales como profesionales - cosa de la que prometo hablarles en la próxima carta -.
A esto, le he puesto como guía una combinación del calendario lunar, el de mi propio ciclo menstrual y el del territorio en el que vivo - con un verano que va de diciembre a marzo y un invierno que se divide en fases de acuerdo a la altura que alcanzan los ríos por la lluvia.
Ya les iré contando cómo me va con este juego.